Entramos en el TMO

A las 9 de la mañana teníamos que entrar. Nos levantamos tempranito, sobre las 7:45. Ducha, Emla en el reservorio para la canalización, cogemos el maletón y para el hospital. Íbamos los 4, papá, mamá, Julia y yo. Salimos de casa a las 8:30, con tiempo más que suficiente en circunstancias normales. ¡Pues llegamos tarde! Atascazo en Sevilla. A mi padre le iba a dar algo. No decía nada pero yo se lo notaba. Tampoco fue para tanto, a las 9 y 10 estábamos entrando en el hospital. Allí, en la puerta principal, nos esperaba la familia: abuela Manuela, tita Manoli, abuela Carmen, tita Cristina y tito Ezequiel. Más tarde llegaron tito David y tita María. Bajamos los 9 a la Unidad de Onco hematología y mi papá entregó la hoja de ingreso. La cogió una enfermera que se llama Pilar y se sorprendió al ver que era para el TMO. Le dijo a mi papá que no tenía constancia de ese ingreso.  A mi padre se le descompuso la cara.  Después del atasco, eso. Pero se solucionó rápido. Mi padre se lo dijo al José María Pérez Hurtado, el jefe de servicio de Hematología , y se solucionó inmediatamente. Eso sí, a José María no le gustó nada el fallo de Enfermería. Nunca le he visto tan rojo, se metió en el TMO y, al poco, una vez acondicionada la habitación, entramos. Primero lo hizo mi padre. Se despidió de todos y para adentro. La abuela Manuela pasó un mal rato. Cuando acabó de ducharse me avisaron a mí. Me despedí de todos, incluidos tito David y tita María que acababan de llegar. Papá me esperaba dentro. Tenía puesto un pijama de quirófano, ¡parecía enteramente un enfermero del hospital! Me duché y me puse el pijama del hospital. Ya estaba uniformado con el modelito que llevaría entre 4 y 6 semanas.